viernes, 18 de noviembre de 2011

Canción: "El burro enfermo"

A mi burro, a mi burro
le duele la cabeza,
el médico le ha puesto
una corbata negra.

A mi burro, a mi burro
le duele la garganta,
el médico le ha puesto
una corbata blanca.

A mi burro, a mi burro
le duelen las orejas,
el médico le ha puesto
una gorrita negra.

A mi burro, a mi burro
le duelen las pezuñas,
el médico le ha puesto
emplasto de lechuga.

A mi burro, a mi burro
le duele el corazón
el médico le ha dado
jarabe de limón.

A mi burro, a mi burro
ya no le duele nada
el médico le ha dado
jarabe de manzana.

Cuento para los niños "la araña madrina"

La de este cuento es una araña diferente. No por su cara, no. Ni por sus patas que son iguales a las de cualquier araña común: feas, largas y peludas. La diferencia de ésta con todas las demás arañas del mundo son sus telas. Y es que, mientras las otras tejen para hacerse ver en los techos y paredes más difíciles de limpiar, la de esta historia hace tejido de punto: mantillas, bufandas, guantes,etc.
Sin ir más lejos, ahora mismo está trabajando y no para desde hace un mes. Pero ¿qué teje con tanto entusiasmo que no abandona la tarea ni para comer? Termina una prenda y empieza con otra. Termina la otra y empieza una nueva.Teje que teje. Dale que va.
Los bichos que pasan cerca la miran con asombro. Pero como le tienen un poco de miedo, no se atreven a interrumpirla. “EN FIN” , dicen para sí. Y los de su propia especie (esos que son tan araña como ella) piensan que se va a debilitar. Pero tampoco preguntan, porque no
es común entre ellos meterse en la vida de nadie.
La cuestión es que, por fin, la araña de este cuento da por terminada su labor, guarda las prendas recién hechas y se va. Cuando llega a destino, está a punto de empezar la fiesta. Nuestra amiga se ubica en un lugar donde los otros invitados puedan verla y saca sus regalos de la bolsa. Primero unas medias. Después una gorra. En tercer lugar una bufanda. Tan larga que podría confundirse con la alfombra de un pasillo. Guantes, más medias, más gorras... pero ¿quién puede ponerse encima semejante ropero? La respuesta no se hace esperar.
Aparecen de repente un montón de animales y se prueban lo que hay para cada uno.
Y es que acaban de inaugurar una nueva escuelita en el monte y, como puede observarse, nombraron también a la madrina.


Silvia Schujer

Para los niños...

Don Pepito el verdulero se cayó
adentro de un sombrero,
el sombrero era de paja
se cayó adentro de una caja,
la caja era de cartón
se cayó adentro de un cajón,
el cajón era de vino
se cayó dentro de un pepino,
el pepino maduró y Pepito se salvó.

Para la familia: "Los limites"

Uno de los temas que más preocupan a la familia en nuestros días es el de "los limites". Nos parece oportuno recordar las dos funciones básicas que corresponde ejercer a los padres en el ámbito familiar: la función de crianza y educación, destacando que al hablar de los limites hacemos referencia a la segunda.
Rescatamos varias definiciones de "limite" que fueran dadas por los participantes de un taller para padres que realizaremos hace un tiempo: amor, cuidar, afecto, respetar, pautas, dificultad, construcción, norma, necesario, contención.
Vemos que aquí aparecen varias cuestiones relacionadas: se percibe a los limites como algo necesario, pero a su vez difícil de ejercer; también al poner limites tiene que ver con contener, cuidar, y éstas es una forma de dar amor y afecto. Por otro lado, es evidente que el "poner limites" en el marco de la familia es generar ciertas pautas o normas que, partiendo del respeto a las mismas, permiten una convivencia familiar más armónica, lo cual no significa exenta de dificultades.
También creemos que es necesario que los limites sean construidos en el marco de la familia, básicamente como una función indelegable de los roles parentales. De no ocurrir ello, y como la conducta de un niño o adolescente siempre necesita ciertas pautas entre las cuales encuadrarse, pueden desencadenarse situaciones conflictivas que, en mayor o menor grado, conduzcan a crisis de resolución más dificultosa, frente a las cuales la propia familia muchas veces no cuenta con recursos propios para resolverlas.
En esta crisis de la familia del nuevo siglo, es llamativa la dificultad para ejercer esta "puesta de limites". Consideramos que, encuadra dentro una crisis social general propia de la posmodernidad, esta dificultad obedece principalmente a responder a mandatos del tipo "quiero que a mis hijos no les falte nada" o "no quiero que sufran"; y, al momento de tener que poner los limites, que significan una frustración al deseo de los hijos, entran en contradicción entre si debilitando las funciones parentales, cuando lo mejor es fortalecerlas.

Texto extraído de Centro de Enfoque Familiar.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un regalito para los maestros...

-“Mamá, vení sentate, tengo algo que decirte. Voy a dejar abogacía, quiero ser maestra”.
Debió ver en mi cara la decepción que me provocaba. Es que durante mucho tiempo le había hablado de lo importante que era elegir esa carrera que le gustaba, que se adaptaba a sus capacidades, a su sensibilidad por lo social. Pero sobre todo le generaría una posición económica desahogada y la posibilidad de acceder a un puesto en la sociedad para ayudar a la gente. Y la había convencido, pobrecita.
-“No te pongas mal má, es lo que quiero”.
Entonces la vi. Delante de mí estaba la nena de diez años que sentaba a su hermanito en un balde dado vuelta, y sobre una silla que hacía de mesita ponía un cuaderno y crayones. En nuestro patio de tierra, ella jugaba a ser maestra llenando de números y letras el viejo portón de chapa convertido en improvisado pizarrón.
La miré y vi sus quince años llenos de sueños. Los sábados enseñando catecismo en la Iglesia del barrio enamorada de los nenes que la amaban, regalando también su tiempo para dar apoyo escolar en una escuelita carenciada. La vi a los diecisiete, participando en el proyecto de la ONU juvenil y hablando sin parar sobre todo lo que se puede hacer, con pensamiento crítico. Con pasión. La vi juntándose con compañeros para ayudar con ropa, alimentos y juguetes a cooperadoras de escuelas pobres en la periferia. La vi llorando a veces por ese asistencialismo insuficiente. La vi yendo dos años a la Universidad a estudiar abogacía,mientras daba en casa clases particulares gratis a chicos por las tardes.
La miré…Frente a mí estaba una mujer…Frente a mí estaba una maestra…Ella sabe que la profesión no la hará rica…Pero sabe, como sólo puede iluminar la vocación, que el cambio es posible y desea más que nada ser parte de ese cambio.
-”Mamá, ¿qué pensás?”
- “Que te felicito, te apoyo y tus alumnos, mi querida, van a ser afortunados”
“Para ser docente hay que ser un soñador… La educación necesita de técnicos y especialistas, pero antes que nada tiene que ver con creer en utopías.”
Algunos estudian magisterio como una salida laboral rápida, por dinero seguro, porque imaginan largas vacaciones y poco esfuerzo en una escuela a la vuelta de su casa. Otros, la desprestigian por su desgano al enseñar o su falta de amor por los niños. Sin embargo, la mayoría no es así.
Por eso este país tiene esperanzas, porque aún hay mujeres y hombres que deciden ser maestros porque quieren enseñar, porque la indignidad de la miseria ajena les duele, porque quieren ser ejemplo de trabajo, puntualidad, asistencia, amor y coraje…
Gracias!! A ustedes... que iluminan el alma de sus alumnos como un guía, en este difícil camino de vivir.

Profesora Ana María Esteban
Profesora Ivana Baravalle